El 4 de septiembre se celebra el día de la historieta argentina, fecha en que apareció el primer número de la revista Hora Cero semanal en 1957.

Aquí hacemos un repaso por los principales autores, dibujantes y publicaciones.

 

Historia de la historieta argentina

«Viva el Rey» (1824). A la obra del padre Francisco de Castañeda, que tenía una academia de dibujo, se la considera como la primera viñeta humorística publicada en Argentina.

Aunque el “Diario de publicaciones y anuncios oficiales de Buenos Aires” (1835) fue el primer periódico argentino ilustrado, los relatos gráficos editados en el país aparecieron por primera vez a mediados del siglo XIX, en las publicaciones de sátira política.

Periódico “El mosquito” (1863)

Revista “Don Quijote” (1884)

Revistas “Caras y Caretas” (1898) y PBT (1904). Ambas representan los antecedentes de la historieta propiamente dicha. Alguna ilustración acompañaba las notas costumbristas y políticas. Alternaban los globos y los textos al pie, generalmente sin incidencia en la acción.

“Viruta y Chicharrón” (1912). En la revista “Caras y Caretas”, Manuel Redondo y Juan Sanuy fueron los responsables de la primera historieta secuencial y con personajes fijos, en la que el juego lingüístico de los diálogos en globos tenía mayor peso que los gráficos.

“Don Goyo de Sarrasqueta” (1913). El primer personaje de la historieta argentina, de Manuel Redondo y publicado en la revista “Caras y Caretas”, solía criticar, con textos al pie de cada una de las viñetas, las noticias de actualidad.

Semanario “Fray Mocho” (1912) y revista “Plus Ultra” (1916). Los cómics argentinos empezaron a difundirse en publicaciones específicas, caracterizadas por el humor gráfico y escrito.

“Billiken” (1919). Fundada por Constancio Vigil, la primera revista exclusiva para público infantil fue distribuida en toda Hispanoamérica.
 “El Tony” (1928). Editada por Columba, surgió la primera revista integrada exclusivamente por historietas, que, además, tuvo números “extraordinarios” y “anuarios” durante sus más de 70 años de publicación ininterrumpida.

1930-1950

En los primeros años, fueron popularizadas las frases “sonaste, Maneco”, del “chanta” porteño de la tira “Las desventuras de Maneco”, de Eduardo Linage, publicada en la revista “Caras y Caretas”; y “¡estás listo, Calixto!”, de “Calixto Campolargo”, de Néstor González Fossat para “La novela semanal”.

El personaje del “Indio Patoruzú” tuvo su propia tira en el diario La Razón en 1931, el mismo año en el que apareció la revista de historietas infantil “Bolita”.

En 1937, el dibujante Héctor Torino dio vida a “Conventillo”, una serie ambientada en una de las viviendas colectivas que recibían a los inmigrantes pobres de distintas nacionalidades.

Un año después, “Don Fulgencio”, “el hombre que no tuvo infancia” de Lino Palacio, llegó a La Prensa.

En 1941, la revista de humor político “Cascabel” se sumó a las ya existentes sobre historietas “Figuritas” (1936) y “Cara sucia” (1940). En estos años, surgió el primer superhéroe argentino, “El vengador”.
El historietista Guillermo Divito encabezó la creación de la revista “Rico tipo”, que no sólo marchó a la vanguardia del humor gráfico, sino que además impuso moda con la vestimenta de algunos personajes, entre los que pueden destacarse “Las chicas”, mujeres sexies, con curvas y emancipadas; y “Fúlmine”, un hombre que “contagiaba” la mala suerte.

La editorial Columba fundó en 1945 la revista “Intervalo”, que significó el inicio de la denominada “época de oro” de la historieta argentina y la consolidación de la llamada “literatura dibujada” y fue destinada a los adultos.

A fines de los ’40 y principios de los ’50, aparecieron las revistas “Salgari”, “Misterix”, “Cinemisterio” y “Rayo Rojo”, de la editorial Abril.

La década del ‘50

Los cómics argentinos alcanzaron su cúspide por la cantidad y la diversidad de publicaciones y autores, que plasmaron diferentes corrientes y estilos, por su éxito masivo y, además, por la exportación de historietas nacionales. Surgió una dupla fundamental del noveno arte local, el guionista Héctor Oesterheld y el dibujante Hugo Pratt, que alcanzaron el éxito con “Sargento Kirk”, un antihéroe del Lejano Oeste, publicado en 1953 en la revista “Misterix”.

En este año, Héctor Oesterheld y su hermano Jorge fundaron la editorial Frontera, que editó las revistas “Hora cero” y “Frontera”.

Con guión de Oesterheld y dibujos de Solano López, irrumpió, primero en “Hora cero”, “El Eternauta”, una historia de ciencia ficción que logró convertirse en una de las obras cumbre del cómic a nivel mundial.

Algunos de los rasgos distintivos de Oesterheld fueron sus personajes “impuros”, como héroes miedosos y villanos queribles que luchaban por encontrarse a sí mismos. Además, Juan Carlos “Landrú” Colombres fundó la revista humorística “Tía Vicenta”, que podría calificarse como desenfadada, surrealista y transgresora, en la que usaron por primera vez los fotomontajes y el humor absurdo del teatro de revista para referir a la política. Tuvo a la inolvidable María Elena Walsh como colaboradora.
Aparecieron las revistas exclusivas de Patoruzú, “Andanzas de Patoruzú”, y Patoruzito, “Correrías de Patoruzito”, en 1956 y en 1957, respectivamente.

La década del ‘60

Es una etapa de crisis para la historieta nacional por la llegada masiva de cómics mexicanos, que tenían bajos costos y alta calidad de impresión, y la masividad de la televisión, un entretenimiento gratis en los hogares de Argentina. Al bajar la calidad de impresión, publicar quincenalmente o mensualmente en lugar de semanalmente y no incorporar las técnicas nuevas de las historietas importadas, Columba era la única editorial importante en funcionamiento.

Lanzaron la revista “Anteojito” (1964), originada en los personajes Anteojito y Antifaz, de Manuel García Ferré, en la publicidad de “Lanas San Andrés”, que revolucionó la historieta infantil y los métodos educativos argentinos.
También en 1964 ocurrió uno de los hechos fundamentales del noveno arte en Argentina, la aparición de “Mafalda”, de Joaquín Salvador “Quino” Lavado Tejón, en “Primera plana”.
Mafalda; acompañada por sus padres, su hermano y sus amigos; reflexiona sobre las problemáticas de actualidad.
En el mismo año, García Ferré lanzó las aventuras de “Hijitus”, uno de los personajes secundarios de su tira “Pi-Pío”, primero en la televisión (Canal 13) y, después, en la revista “Antifaz”.

En 1968, llegó “Locuras de Isidoro”, la revista dedicada al play boy Isidoro Cañones, el padrino de Patoruzú, todos personajes de Dante Quinterno.

La década del ‘70

El inicio de la década, resurgieron el humor satírico y el cómic argentino a nivel editorial. La primera revista humorística que alcanzó éxito nacional desde una provincia argentina fue la cordobesa “Hortensia” (1971), dirigida por Alberto Cognigni, que valorizó la cultura popular y reivindicó el humor propio de Córdoba. Tuvo dos personajes relevantes desde sus inicios: “Negrazón y Chaveta”, de Cognigni, una tira que retrataba la clase baja cordobesa; y el gaucho “Inodoro Pereyra”, de Norberto El negro Fontanarrosa, quien llevó a su asesino a sueldo, “Boogie, el aceitoso”, a las mismas páginas.

En la contratapa del diario Clarín, aparecieron “Bartolo” (1973), de Carlos “Caloi” Loiseau, las caricaturas políticas de Hermenegildo Sábat (1973) y “Diógenes y el linyera” (1977), coguionada por Jorge Guinzburg y Carlos Abrevaya y dibujada por Tabaré Gómez Laborde.
Uno de los humoristas gráficos más importantes de los ’90, Fernando Javier Sendra, “padre” de “Matías”, empezó a publicar sus trabajos en el suplemento de humor de “Siete días” en 1973.
Un año después, la editorial “Récord” lanzó la revista “Skorpio”, dirigida por Alfredo Scutti, con el objetivo de reinstaurar, aunque con nuevos aires, a las ya desaparecidas “Hora cero” y “Frontera”.

“El Loco Chávez”, un corresponsal extranjero que vivía en la ciudad de Buenos Aires, fue la tira consagración de Carlos Trillo, publicada por primera vez en el diario Clarín en 1975. El noveno arte argentino plantó su oposición a la última dictadura militar con la revista “Humor”, de Cascioli, editada por La Urraca en 1978.

En 1978, “Clemente”, el personaje de “Caloi” que llevaba cinco años de vida en el diario Clarín, superó en popularidad al “gauchito” oficial del Mundial de Fútbol de 1978 en Argentina, con las marionetas producidas por el historietista para la televisión.

La década del ‘80

El diario Clarín albergó a los mejores historietistas del momento, como Joaquín Salvador “Quino” Lavado Tejón, Sábat, Roberto El negro Fontanarrosa, Cristóbal “Crist” Reinoso y Carlos “Caloi” Loiseau, durante los ’80.

Apareció la revista “Super Humor”, a mediados de 1980, que venía como suplemento de “Humor”. Tuvo como objetivo principal que su contenido fuera completamente argentino.
El cómic “Buscavidas”, de Trillo y Alberto Breccia, protagonizado por un personaje obeso y sin facciones, fue reconocido a nivel mundial. Además de las tiras, tuvo reportajes y notas enfocados en el noveno arte. La originalidad, la creatividad y la calidad fueron sus rasgos distintivos.
En 1984, Ediciones de La Urraca lanzó la revista “Fierro”, subtitulada como “historietas para sobrevivientes”, con temática y lenguaje pensados para adultos, en la que apostaron a un nuevo diseño de ilustración y tuvieron lugar la revolucionaria “Perramus”, de Sasturain y Breccia, y las historias fantásticas de “Parque Chas”.
Los denominados fanzines; compuestos por historietas, material crítico o una combinación de ambos; realizados en fotoduplicación y de distribución gratuita; fueron el recurso de los nuevos historietistas, principalmente jóvenes, para difundir sus producciones y, además, sus opiniones.

El diario Página 12 lanzó, también en 1987, el suplemento humorístico “Sátira 12”.

En 1989, la revista “Skorpio” empezó a publicar “Hache”, de Leonardo Manco, uno de los dibujantes del cómic negro reconocidos mundialmente.

La década del ’90

Se facilitó la importación de cómics extranjeros, y los superhéroes norteamericanos inundaron el mercado del noveno arte en Argentina, donde, además de ir desapareciendo las revistas de antología, que dieron lugar al formato del comic-book, proliferaron los comic shops o comiquerías, que reemplazaron como puntos de venta a los kioscos de diarios.

En los ’90, aparecieron nuevos dibujantes destacados. En cuanto a los guionistas, no fueron de mayor relevancia. Un rasgo distintivo de los años 90 fue la consagración mundial de historietistas argentinos, convocados para trabajar para Europa y los Estados Unidos. A nivel nacional, entre 1994 y 1999, surgieron cientos de revistas independientes y fanzines.

Algunas revistas de los ’90 fueron “El tajo”, “El lápiz japonés”, “Parda”, “Planeta Caníbal” y “Cóctel”.

Además, editoriales como Columba, Colihue, De la Flor, Doedytores y Récord lanzaron al mercado en formato libro versiones completas de “Buscavidas”, “El Eternauta I y II”, “Sargento Kirk”, “Don Fulgencio” y “Yo, Matías”.
En los diarios, aparecieron personajes significativos, como “El niño azul” y “Gaspar, el Revolú”, de Miguel “Rep” Repiso, en Página 12; “El Nene Montanaro”, de Horacio Altuna, en Clarín; y “Gaturro”, de Cristian “Nik” Dzwonik, en La Nación.
Al final de la década, en los surgidos comics books nacionales, irrumpieron personajes próximos a lo que conocemos como superhéroes.

Además, el manga “explotó” comercialmente, principalmente con la revista “Lazer”.

2000 en adelante

En diciembre de 2001, la caída de la convertibilidad y el lógico aumento de los precios dinamitaron la industria de la historieta argentina. Aunque la editorial Columba cerró, las comiquerías fueron desapareciendo, los proyectos autofinanciados no fueron mayoría y los nuevos cómics nacionales demoraban en aparecer, hubo revistas, editoriales independientes y personajes significativos.

En 2006, después de casi 15 años sin editarse, apareció nuevamente la revista “Fierro” como suplemento opcional del diario Página 12, con autores nuevos.

Un año después, la colección “Aventuras dibujadas” compiló, en 12 álbumes, cómics contemporáneos de autores argentinos para niños y jóvenes. En 2008, el guionista Alejandro Farías y el dibujante Marcos Vergara fundaron Loco Rabia, una editorial que lleva diez años en el mercado de la historieta argentina. Y, finalmente, los webcómics, originarios de los Estados Unidos de fines del siglo XX, tomaron fuerza en Argentina en 2004. La internet y las redes sociales son hoy las herramientas fundamentales para la producción, la difusión y el consumo de los cómics nacionales, cuyos rasgos distintivos son la libertad y la diversidad expresiva de sus autores y el autofinanciamiento.

 

Fuente: https://www.sutori.com/story/la-historia-del-comic-argentino–RyRtzmVqsZt4XovCXFAu7DUQ